La población venezolana presenta desigualdades sociales que determinan perfiles de condiciones de vida asociados a variables estructurales difíciles de cambiar en el corto plazo, existe una brecha social donde la pobreza se hace crónica y más difícil de superar. La distribución desigual de las oportunidades de generar ingresos a partir de un empleo remunerado determina perfiles de privación social. Los modelos logísticos empleados por el PNUD en su informe del año 1999 detectan cuatro variables asociadas a la pobreza: la tasa de dependencia del hogar, la tasa de escolaridad del hogar, es decir, a más años de estudio menor posibilidad de estar en pobreza, la tasa parental del hogar, establecida por la relación de menor presencia de miembros del hogar en rol parental, mayor posibilidad de hogares pobres y dominios socio espaciales, a menor urbanización mayor deterioro en las condiciones de vida. En Venezuela la pobreza suele disminuir cuando hay crecimiento económico, diminuyó durante el primer auge petrolero en los años 70 y lo hace actualmente cuando el precio del petróleo ha subido a casi 60$ el barril. Además del crecimiento económico, el aumento del gasto público por habitante contribuye a reducir los índices de pobreza, sin embargo las estrategias para mejorar las condiciones de vida de los grupos más vulnerables constituye un problema estructural. Los beneficios del desarrollo deben extenderse a toda la población para garantizar la igualdad de oportunidades a todos los sectores y grupos humanos con una garantía de perdurabilidad en el tiempo, en el marco de un desarrollo sustentable donde se eviten deudas inmanejables: ambientales, sociales, o financieras que hipotequen las necesidades de poblaciones futuras. La creación de un sistema de protección y seguridad social efectivo para toda la población, es una posibilidad para intervenir estructuralmente la vulnerabilidad presente en algunos hogares y de fortalecer la capacidad de mantenerse autónomamente.

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